jueves, 15 de septiembre de 2011

El sueño

Por dónde empezar.

Es difícil imaginarme ahora en Valencia. Lo echo de menos. Pero me estoy acostumbrando a todo esto. Me estoy acostumbrando a

- Hablar en inglés pretendiendo hacerlo con fluidez y notar como se me resbalan muchas "t" y "r".
- Que algunos afroamericanos van por la calle y te dicen: "hey how are you?" sin conocerte de nada. Algunos esperan que les respondas (creo) y otros les respondes y se ríen (creo).
- Los váteres con agua hasta arriba que al principio tienes miedo de que te salpique entero (de hecho no salpica nada!)
- La cantidad de comida basura que comes sin darte cuenta. Está increíble, es baratísima y por supuesto me matará algún día.
- Los bidones de 5 litros para la leche, el zumo, el agua. Sus unidades de medida estúpidamente diferentes: galones en vez de litros, pulgadas en vez de centímetros, millas en vez de kilómetros, pies en vez de metros, libras en vez de kilos, grados fahrenheit (asusta mucho leer 75ºF) en vez de celsius. Y la mayoría solo los utilizan ellos.
- No tener un Mercadona. Esto es posiblemente de lo más doloroso.
- Tantas bicicletas y todas del mismo modelo.
- Tantos skates (de mil colores, modelos y posibilidades).
- Tantas gorras.
- Tantas rubias. Con una probabilidad de 1 entre 0,4 (250%) que tenga pocas luces.

- Que las autopistas de 7 carriles estén abarrotadas, la gente vaya como si les hubiera pasado un rayo por el culo. Que te adelanten por la derecha y por la izquierda, te piten sin parar y los parkings tengan flat rates de 10 a 30 $.
- Que una sola ola vaya tan fuerte que sea capaz de quitarte el bañador, destrozarte las rodillas, arrastrarte irremediablemente hacia el mar, hacerte tragar media playa, dejarte embarazado y que luego ni te llame.

- Tantos pickups y 4x4s
- La manera de beber alcohol de los de Singapur: Beber en silencio.
- Que en las fiestas de las fraternidades repletas de tías hasta la bandera los de la fraternidad (que son solo tíos) dediquen el tiempo de la noche a preguntarte a quién conoces en vez de dedicarse a ligar y beber.
- Que todo el mundo te diga que ha estudiado español en el instituto con la misma maestría: "yo he estudié para el español con la instituta".
- Que la lucecita de SRS en el salpicadero del Honda Civic que hemos alquilado esté encendida y el jefe que nos lo alquila diga que no pasa nada, que en los coches automáticos no haya que tocar el cambio ni haya que jugar con él.


- Aguantar lo flipados que son algunos americanos cuando hay que debatir en clase (hoy poco más y se pegan), aguantar que la mayoría de tíos americanos hablen lentamente como si estuviesen a punto de dormirse y no le importase una mieeeeeeeeeerrrddda lo que le dices, aguantar que la mayoría de tías americanas repitan "like" hasta desencajarse la mandíbula.
- Los cachibaches que utilizan para beber agua que la filtra, la refiltra, la barre, la osmotiza, le da sabor a galaxia y le da un par de palmaditas y todo en un color molón y con pitorro super práctico.
- Que todo el mundo lleve a clase todos los días camisetas de la USC y ropa de gimnasio (que no deportiva).

Y esto es increíble, de verdad. Es precioso, y diferente. Palmeras everywhere, puestos de burritos everywhere. 20 conciertos al día incluyendo entre semana. Si conoces a la gente necesaria Los Ángeles puede llegar a ser una ciudad increíble.

lunes, 12 de septiembre de 2011

El origen

Después de tres semanas de vida angélica, parece que Dani y yo nos hemos decidido a hacer un blog. El objetivo es básicamente acordarnos dentro de mucho tiempo de esos pequeños detalles que hacen de esta experiencia en Los Ángeles algo especial. Aunque, el objetivo secreto de Dani es no tener que contar las historias que nos van sucediendo más de una vez. La verdad es que será una tarea ardua y difícil pararse a escribir debido al ajetreado horario que llevamos, pero prometemos intentarlo.

Retrocedamos. Hay que empezar esto por donde empezó. Hace unos meses, Dani y yo conocimos cuál iba a ser nuestro destino de intercambio: University of Southern California 1er cuatrimestre. Esto significaba que nos íbamos a Los Ángeles, todavía ni sabiendo con quién ni habiéndolo asimilado del todo. Hasta ese momento, Dani y yo no habíamos coincidido mucho dentro de nuestra segunda casa, Esade. Así es como yo defino nuestra relación. Sin embargo, Dani es mucho más tajante: "Nacho y yo no eramos amigos". 

A partir de entonces empezamos a conocernos mientras organizábamos nuestra llegada al país de las oportunidades. Estados Unidos era nuestro destino preferido en aquella lista infinita de países. Sin embargo, tenía un pequeño problema, la asquerosa burocracia. Papeleo, papeleo y alguna que otra hora de espera. Todavía, hoy no se si tengo todos los papeles en regla, pero eso lo descubriremos más adelante. 

El 17 de agosto de 2011, después de veranos diferentes, Dani y yo empezábamos nuestra primer trayecto juntos. Un paréntesis de cuatro meses en nuestras vidas para disfrutar de un intercambio que acaba de empezar...